No resulta en absoluto exagerado insistir una vez más en la relevancia del descubrimiento de este raro endemismo ibero-magrebí. Sin temor a equivocarnos podemos afirmar que se trata de uno de los invertebrados más escasos y esquivos de la península Ibérica y, por ello, más codiciados por entomólogos y entusiastas de la observación de la naturaleza. Con todo, lo más importante es que su existencia en la finca es el mejor indicador de la calidad ambiental de El Espartal.

Sin embargo, no pocas personas juzgarán incomprensible que la mera presencia de un ser vivo, un simple escarabajo para mayor sarcasmo, pueda nadie esgrimirla como parapeto argumental que oponer al avance de las actividades humanas. Ni el tratamiento informativo de estas noticias está exento, muchas veces, de cierto exotismo que sólo cabe justificar en un país palpablemente “alérgico” al interés por la investigación científica o la curiosidad por los sistemas naturales.

Los efectos de un desastroso y desconcertante panorama económico -que sospechosamente se prolonga ya demasiado tiempo- tampoco ayudan, ni mucho menos, a percibir la conservación del entorno y sus recursos naturales como la tarea de absoluta prioridad que debiera representar en nuestra sociedad. Y es que otra de las perniciosas secuelas de esta unidimensional concepción de la economía -que en realidad está muy lejos de servir a los seres humanos ni de velar, por supuesto, por los ecosistemas que nos sustentan- ha sido precisamente la de desalojar de nuestro orden de preocupaciones todo objetivo que no se oriente a la incesante búsqueda de beneficio económico.

Muchas han sido hasta la fecha las razones presentadas por Ecologistas en Acción-Espartal Valdemoro para rechazar las pretensiones urbanizadoras en esta finca valdemoreña. Para satisfacción de quienes celebramos el prodigioso valor de la biodiversidad que congregan estos terrenos -tantas veces menospreciados por políticos ignorantes y técnicos sumisos- viene a sumarse ahora a todas ellas este, quizá para algunos, “insignificante” protagonista.

Cometeríamos un grueso error al subestimar el alcance y el significado de muchos procesos y episodios naturales que se desarrollan muy cerca de nuestra distraída atención ya que, como sostiene la conocida como “hipótesis de los pernos”, sirven para calibrar la magnitud de ciertos cambios ambientales de cuyas dramáticas repercusiones sólo ahora empezamos a tomar perezosa conciencia.

Ese es por desgracia el camino adoptado por los dirigentes locales, que continúan despreciando el valor de la diversidad natural de Valdemoro por más que en enero de 2010 la corporación municipal aprobara -en un deshonesto y calculado brindis al sol- una moción para detener la pérdida de biodiversidad local.

A nadie se le ocultan ya cuáles son las auténticas prioridades de estos individuos. Desde luego no ignoran -pues han tomado parte muy activa en todo este largo proceso- que la nueva EDAR puede ser el ariete que obre el anhelado asalto a El Espartal. Si se lo permitimos.