EDITORIAL

Ni un respiro a la hora de contaminar el entorno

 

Valdemoro,16 de marzo de 2014

El empleo de herbicidas peligrosos para el medio ambiente ha venido siendo una constante en nuestro municipio durante los últimos años.

De forma sistemática -a lo largo de la última década- parques, jardines, cunetas y alcorques han sido objeto de agresiva fumigación con polémicos fitosanitarios bajo la total complacencia del Ayuntamiento de Valdemoro. 

Estas prácticas, cada vez menos defendibles, han puesto de manifiesto episodios de una enorme irresponsabilidad todavía no aclarados, como la insólita dispersión de glifosato en mayo de 2013, a los mismos pies de personas que se encontraban reposando en bancos del parque de El Caracol.

Ni la presencia de ciudadanos ajenos al riesgo que entraña la exposición a estas sustancias venenosas ni las condiciones de fuerte viento –uno de los supuestos expresamente desaconsejados por sus fabricantes - han sido obstáculo alguno para la ejecución desaprensiva de las labores encomendadas a FCC.

Las continuas denuncias de las prácticas irregulares de esta empresa, cuya trayectoria le ha hecho merecedora de un creciente rechazo de una parte cada vez más importante de la ciudadanía- han servido solo para que apenas ahora sea satisfecha la demanda de señalización de las superficies tratadas para información pública. Esta simple medida a buen seguro habría evitado en el pasado un número nada despreciable de casos de intoxicación aguda en mascotas, cuyos dueños debieron acudir urgentemente al veterinario.

La medida, aun siendo necesaria, a estas alturas resulta sin embargo insuficiente. Es más, estamos asistiendo estos días a la fumigación paralela de isletas y parterres desprovistos tras su conclusión de balizamiento y señalización. Este es el caso de los trabajos en la Avenida del Mar Mediterráneo los días 11 y 13 de marzo.

En una semana tan benigna en lo climatológico indigna la determinación con la que se han empleado los operarios de FCC, esparciendo con saña herbicidas perniciosos para la salud humana. Este parece ser, por desgracia, el desalmado recibimiento que se le reserva en nuestros parques y jardines a una ciudadanía deseosa de recuperar el espacio público y celebrar actividades al aire libre tras un invierno lluvioso.

La ligereza con la que se vienen utilizando estas sustancias es, ciertamente, muy grave y tanto más preocupante cuando entre los posibles afectados se cuentan niños, lactantes o mujeres en estado de gestación.

Ante la tentación de algunos de calificar de alarmista la reivindicación de prudencia -a la que cedió para general bochorno el portavoz municipal Hernández Nieto en mayo de 2011- no nos cansaremos de reiterar que la peligrosidad atribuida a estas sustancias no es invención ni capricho de las organizaciones ecologistas. Es la normativa legal (como el Registro de Productos Fitosanitarios del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente) la que reconoce el carácter nocivo y peligroso para el medio ambiente de productos como el glifosato, empleado en Valdemoro bajo presentaciones comerciales como el Roundup de la ominosa multinacional Monsanto.

El reconocimiento de su toxicidad no es, ni mucho menos, razón suficiente para una utilización prudente del glifosato conforme con el llamado principio de precaución. Ante el desprecio sistemático de la concejalía de medio ambiente a nuestras denuncias, ineludible resulta recordar las conclusiones de los expertos reunidos en la conferencia celebrada en Wisconsin, en 1998, sobre este principio de capital importancia. Los firmantes de la llamada Declaración de Wingspread aseveraban,

es necesario aplicar el principio de precaución: cuando una actividad amenace con daños para la salud humana o el medio ambiente, deben tomarse medidas precautorias aun cuando no haya sido científicamente determinada en su totalidad la posible relación de causa y efecto. En este contexto, a quien propone una actividad le corresponde la carga de la prueba, y no a la gente. El proceso de aplicación del principio de precaución debe ser transparente, democrático y con obligación de informar, y debe involucrar un examen de la gama completa de alternativas, incluyendo la no acción”.

En este contexto pretender soslayar este principio imperativo -anteponiendo a la salud de la personas los compromisos económicos contraídos con una empresa que únicamente atiende a la impúdica maximización de su beneficio económico, y desacreditada como está, para más inri- no parece ser una estrategia que precisamente invite a la pasividad ciudadana.

En lo que a nosotr@s respecta no vamos a cejar en nuestra pretensión de conseguir que Valdemoro se vea libre cuanto antes de estos venenos.