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EDITORIAL

Amianto, mentiras y cintas de plásticos

Valdemoro,11 de febrero de 2014 

 

Hace una semana Ecologistas en Acción-Espartal Valdemoro denunciaba el abandono de placas de fibrocemento en unas viejas naves de Valdemoro. La absoluta falta de control de estos residuos -de un alto riesgo para la salud- justificaba la exigencia de una decidida intervención de la administración. 

Sin embargo bastó apenas el transcurso de media mañana para comprobar –grotescamente- que esta apremiante necesidad estaba muy lejos de ser compartida por los responsables del Ayuntamiento de Valdemoro. Ciertas “fuentes municipales”, consultadas por medios de comunicación, pretendieron restar gravedad a la situación al declarar que “no parece haber riesgo para los viandantes”. Ahí es nada. Eso sin salir del despacho. Cuesta en efecto creer que tan vacilante afirmación sea, ni mucho menos, el resultado de un verdadero y preciso diagnóstico. 

Desde principios del siglo XX se conoce la terrible incidencia del amianto sobre la salud. Hoy nadie puede negar, por tanto, que nos hallamos ante un producto altamente cancerígeno, una auténtica bomba de relojería para la salud humana. Y las bombas, en los lugares públicos, se desactivan. Sin más. 

Toda precaución es poca cuando se trata de neutralizar los efectos de sus mortales e invisibles fibras. Ello aún admitiendo que la mayor parte de las gravísimas dolencias e, incluso, muertes provocadas por la terrible toxicidad del amianto-asbesto sean el resultado de una prolongada actividad profesional. La mera exposición ambiental al producto es ya un riesgo que ningún ciudadano –convenientemente informado por supuesto - debería correr. 

Una de las tareas que compete sin duda a la Administración Pública y, en particular, a las entidades locales es la de tratar de solucionar los problemas de los ciudadanos, señaladamente si estos atañen de forma tan directa a su salud. Ni de forma remota cabe admitir la posibilidad de que éstos pudieran agravarse como consecuencia de un comportamiento negligente envuelto además en nebulosas y peregrinas explicaciones. 

Siete días, son por lo pronto, tiempo más que suficiente para iniciar la tramitación de un expediente. Un plazo igualmente sobrado para reclamar las pertinentes aclaraciones de los propietarios, responsables directos del abandono de las instalaciones y de su letal contenido. Por otro lado el precintado efectivo de la zona debería haberse realizado ya con el fin de impedir el acceso de personas. La presencia de una red plástica, desprendida hoy en un extremo de la puerta, manifiesta a las claras la incapacidad de ofrecer soluciones proporcionales a la gravedad del asunto y que no pasen por la improvisación más chapucera. 

Si hasta la semana pasada la Concejalía de Medio Ambiente podía alegar desconocimiento de los hechos –algo nada infrecuente en un departamento bastante desconectado de la realidad ambiental- su responsabilidad es inevitable cada día que pasa. Con la salud de las personas no se juega y no vale mirar para otro lado. El episodio denunciado debería servir, además, para que sus responsables se tomaran muy en serio la inspección de otros puntos del término, como los polígonos industriales, para anticipar situaciones similares. 

Finalmente convendría recordar a esas mismas fuentes municipales, que subrayan el pretendido carácter rústico de la parcela afectada, que la aprobación del Plan Parcial del Sector R-11 “Los Yesares” clasifica esos terrenos desde 2009 como suelo urbanizable sectorizado de uso residencial.